¿Qué sucede con los estudios por imágenes en pacientes con dolor de hombro?

En la práctica diaria, el dolor de hombro es uno de los motivos de consulta más frecuentes (entre el segundo y el cuarto en Argentina, Policastro y cols. 2020). Y siempre aparece la misma pregunta: ¿los estudios de imagen son realmente necesarios?

Por un lado, sabemos que existe la necesidad de respaldo médico‐legal y, sobre todo, la obligación de descartar patologías graves como tumores, necrosis avascular o procesos infecciosos. En estos casos, los estudios complementarios son indispensables: nos dan tranquilidad profesional y seguridad para el paciente.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando la resonancia o la ecografía muestran “alteraciones” que también están presentes en personas sin dolor?

 


El espejo de las imágenes: ¿dolor o hallazgo casual?

En 2019, Py Barreto y colegas publicaron un trabajo en el Journal of Shoulder and Elbow Surgery en el que evaluaron resonancias bilaterales en pacientes que tenían dolor en un solo hombro. El hallazgo fue contundente:

  • La mayoría de las “lesiones” aparecían también en el hombro sano.
  • Tendinopatías, cambios en la articulación acromioclavicular, líquido subacromial y lesiones labrales eran igual de frecuentes en hombros con dolor y sin dolor.
  • Solo los desgarros completos del supraespinoso y la artrosis glenohumeral mostraron mayor prevalencia en los hombros sintomáticos… aunque otros estudios también describen estos hallazgos en personas sin síntomas.

En resumen: muchas veces la resonancia no explica el dolor del paciente.

 


Brindisino et al. (2025): “To image or not to image?”

Un artículo de opinión publicado en Frontiers in Rehabilitation Sciences refuerza este concepto. Los autores remarcan que:

  • La imagen es valiosa para descartar banderas rojas o planificar una intervención específica.
  • Pero su uso rutinario en casos atraumáticos puede derivar en sobretratamientos, costos innecesarios y etiquetas que terminan perjudicando más que ayudando.
  • La decisión de pedir estudios debe ser siempre compartida con el paciente, aclarando que muchos hallazgos son “incidentalomas” que no necesariamente tienen relación con el dolor.

El equilibrio que necesitamos

Entonces, ¿qué hacemos como clínicos?

  • Sí a la imagen cuando necesitamos descartar algo grave o respaldarnos legalmente.
  • Sí a la imagen si sospechamos una lesión mayor que realmente va a modificar la conducta terapéutica.
  • No a dejar que la imagen dicte sola el tratamiento, porque la mayoría de los hallazgos no se correlacionan con la clínica.

Conclusión

Los estudios complementarios son una puerta de seguridad: nos protegen legalmente y nos ayudan a descartar diagnósticos graves. Pero una vez que cumplimos ese objetivo, debemos evitar caer en la trampa de pensar que “lo que muestra la imagen es lo que duele”.

El dolor de hombro es multifactorial y su tratamiento debe estar guiado por la evaluación clínica y funcional, no por una lista de hallazgos anatómicos en un informe

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