Por Lic. José Fernández
La Electrólisis Percutánea Intratisular (EPI) es una técnica de fisioterapia invasiva que consiste en la aplicación controlada de una corriente galvánica directamente sobre el tejido lesionado, a través de una aguja similar a la utilizada en acupuntura y bajo control ecográfico.
El procedimiento utiliza dos electrodos: uno superficial que cierra el circuito eléctrico y otro activo que, guiado por ecografía, se introduce en la zona de lesión. La corriente aplicada actúa sobre los elementos básicos del cuerpo humano —agua (H₂O) y cloruro de sodio (NaCl)— generando una reacción electrolítica local que da lugar a la formación de hidróxido de sodio (NaOH), también conocido como “lejía galvánica”. Este proceso provoca una estimulación biológica controlada, reactivando los mecanismos naturales de inflamación y reparación del tejido.
¿Por qué utilizar EPI en tendinopatías?
Las tendinopatías representan una de las lesiones más frecuentes tanto en deportistas como en personas sedentarias. Estudios epidemiológicos, como el de de Jonge et al. (2011) sobre población general neerlandesa, muestran una alta incidencia de tendinopatías de miembros inferiores, especialmente en tendón rotuliano, aquíleo y glúteo medio.
El tendón, por su escasa vascularización y metabolismo lento, suele tener una recuperación prolongada y compleja, especialmente en los cuadros crónicos donde se pierde la respuesta inflamatoria fisiológica necesaria para regenerar el tejido.
La EPI, aplicada correctamente y acompañada de un programa de ejercicio terapéutico progresivo, busca reactivar de forma controlada ese proceso biológico, promoviendo la reorganización del colágeno y la regeneración tendinosa.
Fundamento científico y evidencia disponible
En la última década (2010–2023), múltiples ensayos clínicos, revisiones sistemáticas y meta-análisis han demostrado que la EPI es una técnica segura y eficaz en lesiones de tejidos blandos, especialmente tendones.
Su efecto se basa en dos mecanismos complementarios:
- Biológico: estimula una respuesta inflamatoria local controlada, aumentando la actividad celular, la angiogénesis y la síntesis de colágeno.
- Neuromodulador: puede reducir la sensibilidad nociceptiva local, mejorando la tolerancia al movimiento y permitiendo una exposición más temprana a la carga funcional.
La literatura coincide en que la EPI debe ser aplicada siempre bajo guía ecográfica, para asegurar precisión y seguridad. Además, numerosos reportes clínicos indican que en muchos casos la mejoría aparece antes de completar el protocolo de sesiones, especialmente cuando se combina con ejercicios específicos de carga tendinosa.
Ejercicio y readaptación: la clave del éxito
La EPI por sí sola puede iniciar el proceso de reparación, pero su verdadero potencial se alcanza cuando se combina con ejercicio terapéutico estructurado.
Tras la aplicación, el tendón necesita estímulo mecánico progresivo —ya sea a través de ejercicios excéntricos, isométricos o de gestos deportivos específicos— para consolidar la reorganización de las fibras y restablecer su función de almacenamiento y liberación de energía.
En deportistas, como en el caso del fútbol, el tendón rotuliano soporta altas cargas de tensión y compresión durante los gestos de salto, desaceleración o cambios de dirección. La EPI ayuda a restaurar la capacidad tensil del tendón, pero es la progresión de carga la que asegura que ese tejido vuelva a tolerar las demandas reales del deporte.
Ventajas clínicas
Comparada con terapias convencionales, la EPI ofrece:
- Mayor velocidad de recuperación en lesiones crónicas.
- Menor recurrencia de síntomas cuando se combina con ejercicio.
- Menor necesidad de sesiones prolongadas, al activar procesos biológicos naturales.
- Eficiencia económica, al acortar tiempos de tratamiento y reducir recaídas.
Conclusión
La Electrólisis Percutánea Intratisular es una herramienta terapéutica con sólidos fundamentos fisiológicos y creciente respaldo científico.
Su aplicación precisa, guiada por ecografía y acompañada de un adecuado plan de ejercicios, potencia la regeneración del tendón y acelera la recuperación funcional, tanto en deportistas como en pacientes no entrenados.
Más allá de la técnica, el verdadero éxito del tratamiento radica en la combinación entre ciencia, criterio clínico y adaptación progresiva a la carga.







