El músculo, un órgano endócrino

 

Por Lic. Santiago Demarchi

 

Todavía hoy, en pleno 2025, persisten algunas creencias equivocadas sobre el entrenamiento de la fuerza. Durante décadas se lo asoció con fisicoculturismo, hipertrofia extrema, y una estética particular. Parecía un nicho para unos pocos. Pero hoy sabemos, y la ciencia lo confirma de forma contundente,  que cualquier persona, entrene o no deporte, debería realizar entrenamiento de fuerza de forma sistemática.

La razón ya no es solo la obvia: mejorar variables biomecánicas, estructurales o neuromusculares.
El verdadero cambio de paradigma está en comprender que el músculo no es solo un “motor mecánico”, sino un órgano endócrino e inmunológico de altísima potencia.

Este blog busca explicar, desde la ciencia y desde la práctica clínica, por qué ir al gimnasio o prescribir pesas en el consultorio puede ser tan determinante como dormir bien, manejar el estrés o comer saludable.
Si entendemos esto, entendemos por qué la fuerza es medicina.

 


 

El músculo: un órgano endócrino que habla con todo el cuerpo

Hace más de 15 años, Bente Pedersen —una de las investigadoras más influyentes en fisiología del ejercicio— planteó un concepto que hoy es columna vertebral de la medicina del ejercicio:

“El músculo es un órgano secretor.”
Pedersen & Febbraio, Nature Reviews Endocrinology, 2012.

Cada contracción muscular libera decenas, quizá cientos, de sustancias llamadas myokinas: péptidos, hormonas, factores de crecimiento y mediadores que viajan por el torrente sanguíneo y actúan en múltiples órganos:

✔ Hígado
✔ Cerebro
✔ Tejido adiposo
✔ Sistema inmune
✔ Hueso
✔ Páncreas
✔ Sistema cardiovascular

Lo que históricamente entendíamos como “músculos que se contraen” hoy se entiende como tejidos que controlan metabolismo, inflamación, equilibrio energético y salud sistémica.

En 2020, Severinsen & Pedersen publicaron en Endocrine Reviews una síntesis: el músculo es uno de los órganos de comunicación hormonal más importantes del cuerpo humano.

La lista de myokinas crece cada año, pero algunas son verdaderos pilares fisiológicos

La evidencia acumulada en las últimas dos décadas —y sintetizada magistralmente en trabajos como Severinsen & Pedersen 2020, Pedersen & Febbraio 2012 y Iizuka et al. 2014— muestra que el músculo es una de las fuentes hormonales más versátiles y dinámicas del organismo. Y entre todas las moléculas que libera, algunas destacan no solo por su abundancia, sino por la robustez de los datos que describen sus efectos sistémicos.

IL-6: el paradigma del músculo como órgano endocrino

Durante años la IL-6 fue catalogada como una citoquina “proinflamatoria”, asociada a fiebre, infección y estado inflamatorio crónico. Pero Pedersen demostró algo que cambió la fisiología por completo:

Cuando la IL-6 proviene del músculo contraído, no es inflamatoria: es reguladora y metabólicamente beneficiosa.

Esto fue demostrado en múltiples estudios humanos:

  • Aumenta de forma exponencial durante el ejercicio, con un pico inmediatamente pos-esfuerzo.

  • Mejora la sensibilidad a la insulina, actuando sobre hígado y tejido adiposo.

  • Estimula la oxidación de grasas a través de la activación de AMPK.

  • Modula el sistema inmune, reclutando células NK y promoviendo una respuesta antiinflamatoria aguda.

En otras palabras: la IL-6 del músculo hace lo opuesto a la IL-6 del tejido inflamado.
La misma molécula, diferente contexto biológico.
Este concepto —explicado en detalle en Physiological Reviews, 2008— es la piedra angular del paradigma “el músculo es un órgano endocrino”.


Irisina: prometedora, aunque todavía en debate

Presentada inicialmente como la “molécula que convierte grasa blanca en grasa marrón”, la irisin generó enorme entusiasmo. La revisión de Iizuka (2014) y el análisis crítico de Pedersen coinciden en lo mismo:

  • Sí hay evidencia de que la contracción muscular incrementa su liberación.

  • Sí parece tener efectos metabólicos positivos, especialmente en la regulación del gasto energético y el tejido adiposo.

  • Pero aún falta estandarizar métodos de medición, lo que generó controversias.

Es una myokina atractiva, pero que todavía necesita confirmación con metodologías más uniformes. Aun así, su inclusión en revisiones de alto impacto (como Endocrine Reviews 2020) habla del potencial clínico que podría tener.

IGF-1 musculoespecífico: reparación, crecimiento y neuroprotección

El IGF-1 es conocido hace décadas, pero lo interesante es que:


El IGF-1 producido localmente por el músculo tiene funciones diferentes al IGF-1 circulante.

El entrenamiento de fuerza:

  • aumenta la expresión local de IGF-1E,

  • acelera la reparación y regeneración muscular,

  • favorece la hipertrofia,

  • y tiene efectos neuroprotectores que explican parte de los beneficios cognitivos del ejercicio en adultos mayores.

Las revisiones de Pedersen señalan al IGF-1 como una de las moléculas más prometedoras para intervenciones combinadas en rehabilitación y envejecimiento.


Miostatina: la “freno” del crecimiento — y cómo la fuerza lo desactiva

Si las myokinas anteriores promueven crecimiento y cambio metabólico, la miostatina es la molécula que pone límites.

  • Inhibe la síntesis proteica.

  • Frena la hipertrofia.

  • Reduce la capacidad anabólica del músculo.

Lo notable es esto:

El entrenamiento de fuerza reduce la actividad de la miostatina, lo que abre la puerta a una mayor capacidad de crecimiento muscular y, por extensión, a una mayor capacidad funcional.

Este efecto anti-miostatina del ejercicio aparece repetidamente en revisiones, incluida Endocrine Reviews 2020, y tiene implicancias clínicas enormes: sarcopenia, envejecimiento, postoperatorios, desuso, y enfermedades metabólicas.


Otras myokinas relevantes: IL-7, IL-15, FSTL-1, decorina y muchas más

  • IL-7: clave en el mantenimiento del sistema inmune adaptativo.

  • IL-15: vinculada a regulación de masa magra y tejido adiposo.

  • FSTL-1: mejora función cardiovascular y angiogénesis.

  • Decorina: modula matriz extracelular, colágeno y remodelación tisular.

Los estudios más recientes (incluyendo los analizados por Severinsen & Pedersen) estiman que el secretoma muscular podría incluir más de 300 moléculas, muchas aún sin caracterizar.

Esta complejidad confirma que el músculo es uno de los tejidos de señalización más activos del organismo.


El mensaje clave: sin contracción muscular este sistema hormonal se apaga

Este es el punto donde todas las revisiones coinciden:

El músculo libera myokinas sólo cuando se contrae.

No existen:

  • “Pastillas” que reemplacen esta función,

  • aparatos pasivos que la reproduzcan,

  • suplementos que activen estas rutas,

  • terapias manuales que cumplan su rol.

El sedentarismo no solo genera pérdida de fuerza o sarcopenia sino que silencia un órgano endócrino completo. Y cuando se apaga este sistema, aumentan:

  • la inflamación basal,

  • la resistencia a la insulina,

  • la disfunción mitocondrial,

  • la pérdida de masa magra,

  • la disrupción inmunológica.

Por eso, como sintetizan Pedersen & Febbraio:

“El músculo activo protege. El músculo inactivo enferma.”

 


2. El músculo como órgano inmunológico

La evidencia moderna posiciona al músculo como un modulador directo del sistema inmune.
En cada sesión de fuerza se liberan mediadores que:

✔ Reducen inflamación crónica de bajo grado
✔ Potencian la inmunovigilancia
✔ Mejoran la capacidad de respuesta ante infecciones
✔ Regulan linfocitos T y células NK
✔ Modulan macrófagos entre fenotipo M1 → M2 (más reparadores)

Esto explica por qué personas activas se enferman menos, responden mejor a vacunas, tienen menor mortalidad por enfermedades sistémicas y presentan menor progresión de enfermedades inflamatorias crónicas.

 


3. Por qué esto importa en kinesiología y readaptación

Como kinesiólogos, solemos movernos en el terreno más conocido:

✔ Adaptaciones neurales (reclutamiento, sincronización, inhibición recíproca)
✔ Adaptaciones mecánicas (rigidez tendinosa, capacidad tensil, arquitectura muscular)
✔ Prevención de lesiones mediante aumento de capacidad

Pero si dejamos afuera la respuesta endócrino-inmunológica del músculo, dejamos afuera gran parte del valor del entrenamiento de la fuerza.

Porque las myokinas no solo mejoran la fuerza; también:

  • Disminuyen el dolor crónico

  • Mejoran el estado de ánimo

  • Mejoran la regulación del sueño

  • Disminuyen la inflamación sistémica

  • Aumentan el metabolismo


4. Qué dicen las revisiones científicas

Severinsen y Pedersen (2020, Endocrine Reviews)

La mejor síntesis actual: el músculo se comunica con órganos remotos mediante myokinas con efectos metabólicos, antiinflamatorios, cardioprotectores y anticancerígenos.

Iizuka et al. (2014)

Propone incluso el uso terapéutico de myokinas como posibles fármacos metabólicos.

Pedersen y Febbraio (2012, Nature)

El músculo activa rutas metabólicas que regulan obesidad, diabetes y enfermedad cardiovascular, y esto ocurre vía señales endocrinas, no solo por gasto calórico.

Pedersen (2008, Physiological Reviews)

Profundiza el rol de IL-6 como molécula puente entre ejercicio, inmunidad y metabolismo.

Orioli y Thissen (2025, Frontiers)

Muestra que incluso en cirugía bariátrica, cambios metabólicos postoperatorios pueden explicarse parcialmente por cambios en myokinas.


5. Entonces… ¿qué significa esto para nuestros pacientes?

Significa que cuando prescribimos fuerza no estamos solo trabajando fuerza. El músculo es un verdadero laboratorio bioquímico que se activa con carga externa.

Ir al gimnasio 2–3 veces por semana genera respuestas hormonales y celulares que ningún suplemento, ninguna crema, ninguna pastilla y ninguna terapia pasiva puede reproducir.


6. La fuerza como medicina

Hoy sabemos que el entrenamiento de la fuerza:

 ✔ Reduce mortalidad por TODAS las causas
✔ Disminuye riesgo de cáncer
✔ Es el mejor defensor contra diabetes
✔ Reduce dolor lumbar crónico
✔ Mejora la cognición en adultos mayores
✔ Regula sueño y estado de ánimo
✔ Aumenta densidad ósea
✔ Mejora función cardiovascular
✔ Protege tendones, cartílagos y discos

Y todo esto ocurre porque la contracción muscular es un estímulo biológico, no solo mecánico.


Reflexión final

El entrenamiento de la fuerza es sumamente fundamental en la vida de las personas. No es una moda de estos tiempos ni una herramienta estética. Es una intervención médica, preventiva y terapéutica de primer nivel.

Como expertos en movimiento, tenemos la responsabilidad de entender la ciencia detrás de lo que hacemos para poder prescribir ejercicio a nuestros pacientes, alumnos y deportistas.

Hoy la ciencia es bastante clara con respecto a este tema. Prescribir fuerza no es solo mejorar fuerza, es activar un órgano endocrino, modular el sistema inmune, mejorar la biología del paciente y construir capacidad para toda la vida.

 

Si les interesa cómo entrenar la fuerza, les recomiendo sumarse a nuestro webinar con el Lic. Santiago Rojas “La fuerza como medicina”.

La Fuerza como Medicina

 

 


Bibliografía recomendada

  • Severinsen, M. C. K., & Pedersen, B. K. (2020). Muscle–organ crosstalk: the emerging roles of myokines. Endocrine Reviews, 41(4), 594–609. https://doi.org/10.1210/endrev/bnaa016 OUP Academic+1
  • Iizuka, K., Machida, T., & Hirafuji, M. (2014). Skeletal muscle is an endocrine organ. Journal of Pharmacological Sciences, 125(2), 125–131. https://doi.org/10.1254/jphs.14R02CP J-STAGE+1
  • Pedersen, B. K., & Febbraio, M. A. (2012). Muscles, exercise and obesity: skeletal muscle as a secretory organ. Nature Reviews Endocrinology, 8(8), 457–465. https://doi.org/10.1038/nrendo.2012.49 Ovid+1
  • Pedersen, B. K., & Febbraio, M. A. (2008). Muscle as an endocrine organ: focus on muscle-derived interleukin-6. Physiological Reviews, 88(4), 1379–1406. https://doi.org/10.1152/physrev.90100.2007 Sochob+1
  • Orioli, L., & Thissen, J.-P. (2025). Myokines as potential mediators of changes in glucose homeostasis and muscle mass after bariatric surgery. Frontiers in Endocrinology, 16, Article 1554617. https://doi.org/10.3389/fendo.2025.1554617 Frontiers+1